Filipe Prado Macedo da Silva*
En la primera semana de septiembre de 2025, la Comisión Europea propuso la firma y la adopción del Acuerdo UE–Mercosur, allanando el camino para la creación de la mayor zona de libre comercio del mundo. Pero, ¿por qué ahora? ¿Y cómo podría esto cambiar el juego del comercio internacional?
Las guerras comerciales entre países rara vez se limitan a los choques arancelarios inmediatos. En realidad, las relaciones económicas internacionales están marcadas por tensiones geopolíticas, reciprocidades legales asimétricas y estrategias de negociación que pueden explicarse a través de la Teoría de Juegos.
La reciente guerra arancelaria desatada por Donald Trump – el 2 de abril, en lo que él llamó el “Día de la Liberación” – impuso un arancel mínimo global del 10%, que afectó a todos los socios extranjeros. En ese momento, Trump presentó una tabla de aranceles recíprocos, aplicando un 20% a la Unión Europea (UE) y, en paralelo, un mínimo del 10% a Brasil. Sin embargo, esto cambió meses después.
En julio, la UE se vio obligada a aceptar un acuerdo desequilibrado con EE. UU.. Washington fijó un arancel máximo y general del 15% sobre las exportaciones europeas (una reducción del 5%) y, al mismo tiempo, garantizó arancel cero para una amplia gama de productos estadounidenses vendidos en la UE. Además, la UE fue presionada para comprometerse a invertir en EE. UU. (600.000 millones de dólares) y a comprar bienes energéticos y materiales de defensa a empresas norteamericanas durante los tres años siguientes (750.000 millones de dólares).
Ese mismo mes, Trump amenazó a Brasil y posteriormente firmó un decreto que imponía un arancel del 50% a los productos brasileños (sumando un 40% a lo anunciado en abril). A pesar de una larga lista de excepciones publicada por la Casa Blanca, el arancel del 50% se aplicó al 35,9% de las exportaciones brasileñas a EE. UU., golpeando productos emblemáticos como el café, los mangos y las guayabas, la carne de vacuno, el azúcar, el chocolate y las piezas de automoción.
En este escenario, ¿qué estrategias internacionales podrían adoptar la UE y Brasil (a través de Mercosur) para mitigar el golpe arancelario de Trump? Lo cierto es que se ha abierto una ventana de oportunidad.
La situación demuestra que EE. UU. decidió emplear el “juego del ultimátum”, en el que un jugador – EE. UU. – adopta la estrategia dominante de aplicar aranceles unilaterales, obligando a los demás – en este caso, la UE y Brasil – a aceptar o rechazar sus condiciones comerciales. Cabe destacar que, en este contexto, EE. UU. optó por una estrategia proteccionista (una “traición” a los acuerdos vigentes), ignorando el “dilema del prisionero”, aunque la cooperación habría generado mayores beneficios para todos.
La UE, ante este movimiento, reconoció que rechazar las condiciones estadounidenses y responder con aranceles recíprocos pondría en riesgo más de 800.000 millones de euros (2024) en exportaciones de bienes y servicios a Estados Unidos. Aunque EE. UU. es estadísticamente el mayor destino de las exportaciones de la UE, desde una perspectiva geopolítica esta dependencia ha mostrado que la economía europea está en una posición vulnerable. Esto explica por qué la UE aceptó un acuerdo desequilibrado con Washington, confirmando el principio económico de que cualquier resultado positivo es mejor que ninguno.
En el mismo tablero, Brasil sufrió una amenaza geopolítica de EE. UU. cuando Trump declaró su apoyo a los intereses de la familia Bolsonaro al tiempo que criticaba al poder judicial brasileño y al gobierno de Lula. Así, además del arancel del 50%, EE. UU. impuso sanciones – como la suspensión de visados y la aplicación de la Ley Magnitsky – contra funcionarios del poder ejecutivo y judicial de Brasil. A diferencia de la UE, Brasil está económicamente menos expuesto a las disputas con EE. UU., ya que solo el 12% de sus exportaciones totales (40.000 millones de dólares) tienen como destino el mercado estadounidense. Por lo tanto, la represalia económica puede ser una opción – ya autorizada por Lula – para responder a las sanciones políticas y jurídicas de EE. UU.
La triangulación EE. UU.–UE–Mercosur y el “juego de la negociación”
La Teoría de Juegos sugiere que, cuando un jugador (EE. UU.) adopta sistemáticamente una estrategia agresiva, los demás (UE y Brasil) pueden converger hacia la cooperación entre ellos con el fin de contrarrestar el poder del desafiante.
Robert Axelrod, en The Evolution of Cooperation (1984), muestra que la cooperación entre los perjudicados, en escenarios de interacciones repetidas, tiende a surgir como una estrategia racional, en la que las ganancias de la cooperación superan los costes del aislamiento.
Es precisamente en este punto cuando la UE (responsable de la política comercial común de sus 27 Estados miembros) y Mercosur (responsable de la política comercial de sus signatarios, siendo Brasil el que representa más del 70% de la economía del bloque) necesitan acelerar la ratificación y la aplicación del Acuerdo UE–Mercosur firmado en diciembre de 2024. Este movimiento estratégico puede entenderse como un “juego de negociación”.
Mientras EE. UU. busca maximizar sus ganancias mediante aranceles unilaterales, la UE y Brasil (a través de Mercosur) perciben que, frente a un rival común, el Acuerdo UE–Mercosur deja de ser simplemente un tratado comercial para convertirse en una respuesta estratégica a un entorno internacional más hostil.
En otras palabras, esto significa redirigir parte de las exportaciones europeas y parte de las exportaciones sudamericanas hacia un nuevo mercado transatlántico – con 750 millones de consumidores – que ofrezca mayor previsibilidad política.
En el tablero internacional, la lógica es clara: mientras la UE reduce su vulnerabilidad frente a EE. UU., Mercosur amplía su proyección internacional, reduciendo la vulnerabilidad política de su mayor actor regional, Brasil.
Los estudios estiman que el Acuerdo UE–Mercosur podría aumentar el comercio bilateral hasta un 70% y el comercio intrarregional latinoamericano hasta un 38%. De este modo, podría consolidarse un bloque económico cuyo PIB agregado sería comparable al de Estados Unidos.
El reto, sin embargo, es que en las relaciones internacionales los juegos son dinámicos, con movimientos estratégicos simultáneos, lo que significa que Estados Unidos no permanecerá pasivo ante un “juego de negociación” entre la UE y Brasil (a través de Mercosur).
*Filipe Prado Macedo da Silva
Professor e Pesquisador do Instituto de Economia e Relações Internacionais (IERI), Universidade Federal de Uberlândia (UFU). Líder do “Conexão Bruxelas | Grupo de Estudo sobre Europa e União Europeia”.