Observatory on European Studies _ La crisis en Ucrania y los riesgos institucionales en Europa
Filipe Prado Macedo da Silva*
La crisis en Ucrania pone a prueba, una vez más, a las instituciones de la UE en uno de sus objetivos fundamentales: asegurar la paz en Europa. Como en otras ocasiones, la diplomacia de Bruselas se ha movilizado con ese objetivo, pero lo ha hecho con la lentitud acostumbrada. La maquinaria diplomática de la UE es difícil de movilizar, ya que no existe una política internacional común europea, siendo necesaria la cooperación de los distintos gobiernos para lograr una posición unitaria ante un conflicto internacional como éste de Ucrania. Aun así, los países de la UE se han mantenido unidos frente al desafío de Putin y han acordado por unanimidad un importante paquete de sanciones económicas.
A fines de la II Guerra Mundial, los gobiernos de los seis países fundadores de la entonces CEE acordaron crear un mercado unificado del carbón y del acero (CECA) para asegurar la paz entre Alemania y Francia, dada la importancia militar que tenían entonces esos dos productos. El objetivo de la paz estaba ya en los orígenes del proyecto europeo de integración política y económica.
Actualmente, aunque la UE persigue un amplio y diverso conjunto de objetivos, el de asegurar la paz en el continente europeo sigue siendo uno de ellos. El balance es positivo. Ya son 75 años de paz entre Alemania y Francia, incluyendo el periodo de división alemana durante la guerra fría. En Europa Occidental y Central, no ha habido conflictos armados desde los años 1950. La UE recibió en 2012 el Premio Nobel de la Paz por su contribución a la paz, a la reconciliación, a la democracia y a los derechos humanos.
Sin embargo, la diplomacia de la UE no ha tenido el mismo éxito ante situaciones de crisis en sus fronteras. No tuvo éxito en los años 1990 durante el conflicto de los Balcanes y ahora tampoco ante la invasión rusa de Ucrania. Es verdad que no se le puede pedir a Bruselas responsabilidad en unos conflictos que, si bien se producen en suelo europeo, lo son fuera del ámbito de la UE, teniendo además dimensiones internacionales de mayor amplitud. Pero también es verdad que la imagen que traslada la diplomacia de la UE en estos conflictos no es precisamente la de la eficacia, sino todo lo contrario, actuando más como una especie de “convidado de piedra”, que de actor internacional relevante.
El fracaso de la negociación diplomática y el estallido de la escalada bélica en Ucrania tendrá efectos muy negativos en el continente europeo. Volverán los flujos migratorios descontrolados y se instalará la inestabilidad en la economía cuando la UE aún se recupera de la pandemia COVID-19, activándose, además, las actitudes nacionalistas que tanto daño ocasionan al proyecto de integración europea. Es un contexto crítico que impactará en varios países de la UE, principalmente en Polonia, Eslovaquia, Hungría y Rumania, aunque también en otros como Alemania, muy dependiente del gas ruso. Y, al igual que ocurrió en el conflicto de los Balcanes, la crisis entre Ucrania y Rusia, que ya perdura desde 2013, puede que persista alguna década más.
Cabe recordar que las tensiones entre Ucrania y Rusia se remontan a 2013, cuando las revueltas de noviembre en la plaza de Maidan de Kiev que dieron lugar a la deposición del presidente pro-ruso Víktor Yanukóvich y a la petición de entrada en la UE. Ahora, la crisis se debe a la intención del gobierno ucranio de formar parte de la OTAN. En 2013, Rusia reaccionó generando inestabilidad dentro de Ucrania y anexionándose Crimea. Pero, ahora, la intención de unirse a la OTAN es considerada por Putin una línea roja, y la reacción ha sido la invasión total del país ucranio.
Es evidente que las actuales tensiones son herederas de la guerra fría. Cuando la UE llevó a cabo en 2004 la ampliación a diez países excomunistas del Este europeo, Putin todavía no tenía tanto poder en Rusia, como ahora, y apenas tuvo tiempo de reaccionar. Lo mismo ocurrió cuando la OTAN integró a diversos países del área de influencia de la antigua URSS. Hoy, cualquier nuevo movimiento de la OTAN y de la UE hacia las fronteras de Rusia y sus zonas de influencia, se encuentran con una fuerte respuesta por parte de un Putin bien asentado en el poder y con firmes aliados (como China).
En resumen, la crisis en Ucrania pone en peligro la paz en Europa. La diplomacia de la UE no ha podido impedir el estallido del conflicto, a pesar de sus intentos. Todo se limita ahora a un plan de sanciones económicas, de dudoso éxito, y a un plan de contingencia para hacer frente a los efectos económicos y a la llegada de flujos migratorios.
No obstante, y como ha ocurrido en otras crisis por las que ha pasado la UE, parece que ésta de Ucrania está fortaleciendo, al menos por ahora, la unidad de sus Estados miembros y puede que genere nuevas políticas para prevenir o mitigar los efectos de futuros conflictos en suelo europeo. Entre ellas reducir la dependencia de la UE, en especial en materia de energía, y apostar por un mayor grado de coordinación entre los Estados miembros para aumentar la autosuficiencia económica europea.
** Agradezco las sugerencias del Prof. Dr. Eduardo Moyano Estrada (IESA/España).**
*Filipe Prado Macedo da Silva
Profesor del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de Uberlandia.
Experto en Unión Europea.